
Marta
Cuando decidí unirme al viaje no pensé pasármelo tan bien como me lo he pasado. El primer día conocí a muchas personas que estaban en las mismas o peores condiciones que yo. Lo que más me impresionó fue la amabilidad de todos, sobre todo la de los monitores. Recuerdo que estaba asustada porque era la primera vez que me iba de excursión sola y pensaba que no iba a poder relacionarme con los demás, aunque no fue así.
El segundo día estuvimos pintando el muro de un colegio de Tarifa que pintamos todos los años. Lo peor del día fue cuando estábamos con unos moteros, me caí y me rompí la pierna. A partir de ese momento todos me ayudaron mucho tanto física como moralmente porque me deprimí bastante, pero eso solo fue un bache y seguí adelante.
Gracias a la fundación he conseguido ir a muchos lugares donde no podría haber ido con mi familia como por ejemplo ‘Sotogrande’ o tampoco podría haber montado en un Hércules del ejército.
La mejor parte del día era por la noche, después de cenar nos juntábamos todos y nos repartíamos cartas que habíamos escrito antes, contábamos chistes… y por último apagábamos las luces y le dábamos las buenas noches a aquella o aquellas personas que queríamos. Esa última parte me hacía llorar todas las noches porque me parecía muy bonito.
Por último me gustaría decir que cuando pueda me voy a meter a monitora en alguna fundación para poder ayudar a niños que tengan problemas, para que sean felices porque creo que la risa es la mejor medicación de todas.